domingo, abril 26

PLEASE DO NOT DISTURB






En la oscuridad, la mente se desboca como un purasangre que huye de su sombra. Intento ahuyentar la imagen de mi mujer, desnuda, palpitante sobre la cama. Veo las formas voluptuosas de su cuerpo, reclinado sobre un costado. Luego trato de imaginármelo a él, un tipo gris y borroso que repta por la habitación enmoquetada del hotel. Hacia su presa. Mi mujer aguarda que se arrime su aroma: excitada, sumisa, emocionalmente atrapada. Puedo sentir en la lengua la lascivia y la lubricidad que él experimenta. Ese hombre, a quien no conozco, comienza a anidar en mi mente. Sus manos indefinidas envuelven un pecho pálido y rosado. Qué intenso reconozco aquel placer táctil mientras escucho los dolorosos detalles previos: la primera frase gomosa que susurra, su cóncava aproximación, el crujido de la sábana, el chapoteo de las bocas húmedas…

Sin firma, leído pero no corregido