martes, septiembre 12

Don`t get Lost (II)

El proyecto arrancaba de Lloyd Braun que era consciente de estar ante la próxima ER (Urgencias). Confió la realización del episodio piloto a J.J. Abrams avalado como guionista de Alias, en medio del escepticismo de la Disney, dueña de la ABC. La idea inicial era un cruce entre el Naufrago de Tom Hanks y el reality Survivor. Abrams apuntó los primeros defectos. ¿Podría hoy existir gente perdida en una isla del Pacífico?, si google es capaz de localizar nuestra azotea, algo muy malo debe ocurrir cuando un avión se estrella y pasadas las horas nadie va a buscarte. La acción debía bordear los límites de la ciencia ficción. Los directivos de la Disney despidieron a Braun por considerar excesivo el gasto en un proyecto poco fiable, pero con demasiado dinero invertido, dejaron que la serie continuara esperando que el daño no fuera grande.
El primer episodio fue seguido por 18 millones de espectadores. Apoyado por una novedosa campaña de promoción, que incluyó lanzamientos de botellas con mensajes de auxilio en las playas de todo el país. El planteamiento del piloto tenía ya todos los elementos para convertirse en un producto altamente adictivo. La serie fue creciendo en aceptación y terminó con 21 millones de espectadores. Con doce nominaciones a los Emmy, ganando seis, entre ellos el de mejor guión, y un Globo de Oro al Mejor Drama de televisión, crítica y público coincidían. Fue uno de los productos de ficción norteamericana que con más rapidez se comercializó en el mundo. La serie se vendió a Cuba dentro de la exención habilitada para “material informativo” del embargo.


FLASHBACK
Lost rompe con los esquemas clásicos de la serie de procedimiento criminal que se había impuesto en los últimos años. Requiere la atención del espectador, un seguimiento disciplinado y cuenta con un reparto amplio. La trama se desarrolla en la isla pero se ve interrumpida por constantes flashbacks de los recuerdos de los personajes. El reparto parece una pequeña delegación de las Naciones Unidas, seguimos al matrimonio coreano a Seúl, a la joven embarazada a Sydney, al iraquí al Bagdad de la primera Guerra del Golfo, la estrella de rock inglesa vive en Manchester, algunos norteamericanos son de Nueva York, otros de Los Ángeles y otros como buenos niños mimados, viajan por Europa. Estos escenarios se recrean, ya que toda la acción se rueda en Oahu, Hawai, en unos idílicos exteriores, a los que se añade la plasticidad de la jungla y de la torrencial lluvia tropical. El casting de actores apuesta decididamente por caras poco conocidas, una de las protagonistas, la canadiense Evangeline Lilly nunca había tenido un papel hablado.
La primera temporada narraba la adaptación del grupo a su nueva realidad, la división entre los que se esfuerzan para ser rescatados y los que se adaptan a una posible estancia prolongada. La figura de Jack que en su calidad de médico resulta clave en los primeros momentos, se consolida como protagonista en la trama, una especie de líder natural en el que se acaba delegando la toma de incómodas decisiones. Frente a él, John Locke que parece mucho más feliz como náufrago que en su vida anterior, actitud en la que influye indudablemente, una milagrosa curación de la parálisis que le obligó a subir al avión en silla de ruedas. Ve en la isla, no solo la curación de su mal físico, sino también una presencia espiritual que le convence de que están allí por algún motivo.
La isla proporciona comida, agua y un buen clima, pero esconde terribles peligros. Son atacados por jabalíes, osos polares, por un monstruo que el espectador no consigue ver, y sobre todo, y lo que resulta más inquietante, por otras personas que ya estaban allí antes de que ellos llegaran. La científica francesa Rousseau, homónima del filósofo que defendía la idea del noble salvaje, que vive como tal en la isla desde que su equipo muriera 16 años atrás. Pero el verdadero peligro son los Otros, unos misteriosos vecinos que secuestran a la embarazada y matan a un miembro del grupo para exigir su vuelta. El espectador cerró la temporada anonadado viendo como estos abortaban una de las escasas posibilidades de rescate, al destrozar la balsa que con el único transmisor y la única bengala de socorro, trataba de ser encontrada por un barco. El clímax de ese momento, en el que la alegría por lo que parece un rescate es sustituida en segundos por el dramatismo del rapto de Walt, el niño de diez años, ante la desesperada impotencia de su padre, y con la balsa ardiendo a sus espaldas, es uno de los momentos mas impactantes que se haya visto en la ficción televisiva. Pero quizá el gran misterio es la escotilla. Enterrada en la tierra, sin forma de apertura desde el exterior, es descubierta y ocultada por Locke. que ante la amenaza de un ataque de los Otros decide proponerla como posible refugio, organizando una operación que implica la colaboración de Rousseau, la dinamita abandonada en un viejo galeón, y la muerte de un bienintencionado aunque torpe profesor de ciencias. La escotilla es abierta y Locke y Jack se asoman, el espectador, en un plano tramposo, se aleja de esas caras asombradas en lo que parece un túnel enorme para acabar con un fundido a negro. Este final, abierto y poco esclarecedor, desató las iras de los fans que deseaban más información para aguantar la espera hasta la siguiente temporada. La trama ha sido campo abonado para la especulación, desarrollando diversas teorías, algunas con tanto énfasis y popularidad que los propios guionistas han tenido que asegurar que no están muertos, o en el purgatorio, que no es un reality show ni están en manos de alienígenas.