martes, octubre 10

Turno libre, procesos selectivos, personal de nuevo ingreso I


Esta es la crónica de un porsiacaso. Yo he tenido muchos a lo largo de mi vida y en casi todas las ocasiones la situación se resolvió con un paraestohevenido pero en fin, a veces es mejor tirar de resignación cristiana y plantearse las cosas como si no hubiera otra alternativa que te evita dilemas y disgustos. Así que allá me voy yo un domingo de este mes de cotubre que parece mayo con una temperatura que me tiene histérica perdida, porque de donde yo vengo uno se viste conforme al tiempo, y conforme al calendario, y la gente se consulta antes de salir de casa: ¿cómo va la de gente? nos preguntamos. Y decimos de invierno, o la gente ya lleva medias, o yo he visto a gente con abrigos de piel. Vamos que yo el día de autos me vestí de invierno y ese fue mi primer error.
Abandonamos la casa con la noticia de que Alonso había ganado una carrera muy importante porque resulta que el alemán se la habia pegado con el coche. Yo iba más bien impresionada por lo que dijeron que ganaba un mecánico de fórmula 1 y volvía a replantearme lo engañoso de eso de la vocación. Así que vía taxi a las ocho de la mañana nos dirigimos a Atocha punto de salida de los autobuses interurbanos que llevan a donde íbamos. El taxi nos salió a precio de limusina de despedida de soltera que no me extraña a mi que por la noche la gente se arriesgue a pillar el coche en estado comatoso. Panorama: nueve menos cuarto de la máñana sin un céntimo en efectivo en plena ronda de Atocha. No voy a decir nada que no sepáis los que me conocéis Atocha es un asco. Olía a pis literalmente, no en una esquina sino todo en general, todo olía a pis. Los mendigos dormían en los bancos, las niñas de Kapital desayunaban en el dunkin donuts con esos tacones de aguja del berska que da pena verlos, gente buscándose la vida y nosotros buscando un cajero. No hay entidades bancarias al menos no del BBV o de La Ciaxa a la vista, asi que tuvismos que sacar dinero previa comisón en el banco banesto, y cambiar los billetes en un bar donde pagamos una caca de botella de agua a 1 euro, mientras nos observaban cautro clientes que estaban solos mirando la tele donde ponían un zapin, nueve de la mañana de un domingo, repito.